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Peñíscola es una ciudad costera de la provincia de Castellón, en la Comunidad Valenciana. Es famosa por su castillo, que fue residencia del Papa Luna, y por su casco antiguo, que conserva el encanto de la época medieval. Pero, ¿sabías que Peñíscola también tiene una estrecha relación con uno de los reyes más importantes de la historia de España? Se trata de Felipe II, el monarca que hizo de España el imperio más poderoso del mundo en el siglo XVI.
Felipe II nació en 1527 y fue hijo de Carlos I, el primer rey que unió bajo su corona los reinos de Castilla, Aragón, Navarra y Granada, además de los territorios de América, Italia, Flandes y otros lugares. Cuando Carlos I abdicó en 1556, Felipe II heredó todos estos dominios y se convirtió en el rey más rico y poderoso de su tiempo. Sin embargo, también tuvo que enfrentarse a muchos problemas y enemigos, como los turcos, los franceses, los ingleses, los protestantes y los moriscos.
Felipe II era un rey muy religioso y defensor de la fe católica. Por eso, quiso construir un gran templo dedicado a San Lorenzo, el santo al que se encomendó cuando ganó la batalla de San Quintín contra los franceses. Este templo se llama el Escorial y es una impresionante obra de arte y arquitectura que alberga una basílica, un palacio, una biblioteca, un panteón y un monasterio. Allí está enterrado Felipe II junto con otros reyes y reinas de España.
Pero Felipe II no solo se interesó por el Escorial. También le gustaba mucho la arquitectura militar y ordenó construir o mejorar muchas fortalezas y murallas por todo su reino. Una de ellas fue la de Peñíscola, que ya tenía un castillo templario desde el siglo XIII y que había sido sede papal en el siglo XV. Felipe II quiso reforzar la defensa de Peñíscola frente a posibles ataques por mar o por tierra. Para ello, encargó al arquitecto italiano Giovanni Battista Antonelli, que era un experto en fortificaciones, que diseñara una nueva muralla renacentista que rodeara la ciudad.
La obra se realizó entre 1576 y 1578 y consistió en levantar una muralla con forma de trapecio irregular, con cuatro baluartes en las esquinas y tres puertas: el portal fosc, la Puerta de Sant Pedro y la Puerta de Santa María. Además, estaba dotada de garitas para los soldados, cañones para disparar y escudos con el emblema de Felipe II y el blasón de Portugal (que era otro territorio que pertenecía a España).
La muralla de Peñíscola fue una obra muy importante para la época y supuso una gran inversión económica. Gracias a ella, Peñíscola se convirtió en una plaza fuerte e inexpugnable, capaz de resistir cualquier asedio. De hecho, la muralla cumplió su función durante varios siglos y solo sufrió algunos daños durante la Guerra de Sucesión (1701-1714) y la Guerra de la Independencia (1808-1814). Hoy en día, la muralla sigue en pie y es uno de los principales atractivos turísticos de Peñíscola.
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